¿Hay desigualdad en el campo de la ciencia? Sí. Sin ninguna duda. Y hay miles de informes, encuestas y datos en general que lo prueban.
Los estereotipos acerca de las mujeres en la ciencia siguen muy presentes hoy en día, afectando negativamente a éstas. No sólo el hecho de que la imagen tradicional de científico sea la de un hombre (pídele a un niño que te dibuje un científico), sino que simplemente una frase como ‘los hombres hacen mejor tal o cual cosa’ puede tener una influencia enorme sobre lo que las chicas piensan de sus capacidades y sobre sus resultados.
En 1999, Spencer et al reclutaron a hombres y mujeres universitarios interesados en las matemáticas con historiales y capacidades similares para dividirlos en dos grupos y hacerles un test de matemáticas. A un grupo se le dijo previamente que los chicos sacaban mejores notas que las chicas en ese test, mientras que al otro se le informó de que no había diferencias en las notas entre hombres y mujeres. Los resultados fueron sorprendentes: en el grupo con el estereotipo la nota media de los hombres fue 5 veces superior a la de las mujeres, mientras que en el otro estuvo muy igualada.
Pero ni siquiera es necesario hacer un examen para comparar las notas. En un experimento similar, las mujeres de un grupo que era informado de que una determinada tarea se le da mejor a los hombres se consideraban de partida menos capaces que ellos para hacerlo.
Pero esto no es todo. Si bien existen variaciones importantes entre los países y las disciplinas de investigación, otro problema al que hay que hacer frente es el descenso de mujeres en ciencia después de la obtención del doctorado. En España, un país en el que se llega con aproximadamente el mismo número de mujeres y hombres a la formación universitaria científica, queda patente que es a partir del doctorado cuando la desigualdad empieza a crecer. Esto se acentúa hasta que el punto de que menos del 25% de los investigadores principales del CSIC en 2013 eran mujeres.
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